Por: Pam Farrel

La influencia puede definirse como ganarse el derecho de ser escuchada para impulsar a otras personas a alcanzar su mayor potencial. Mientras que a menudo el éxito está orientado en el “yo”, la influencia está orientada en “otros”. Las diez características o cualidades de carácter explicadas a continuación te prepararán para influir y podrás ganarte el privilegio de influir en la vida de alguien más.

¿Cómo es una mujer influyente?

Es una mujer apasionada que encuentra su llamado único. La pasión es un don de Dios para fortalecerte; es motivación pura enviada por medios puros para lograr resultados puros que glorificarán a Dios y que suplen las necesidades de la gente que te rodea. ¿Has descubierto qué significa “vivir y amar la vida”? Tienes la oportunidad de decir con el profeta Habacuc: “Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar” (Habacuc 3:19). La pasión te llevará a conseguir tus más altas metas y expectativas. Y, cuando estés allí en el lugar a donde tu pasión te ha llevado, podrás decir con toda confianza “Sé qué nací para esto”.

Es una mujer que reconoce y abraza su estilo de liderazgo único. Dios planta dentro de cada una de nosotras deseos, sueños, talentos y habilidades que deben usarse para Su gloria. Y Él nos equipa con un arsenal de herramientas para usar y llenar el rol de liderazgo que nos ha llamado a tomar. Sí, todas podemos influir de forma única en el mundo que nos rodea. “Somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica” (Efesios 2:10, NVI). Ser receptiva al papel único de liderazgo que Dios tiene para ti cambiará para siempre tu vida… y las vidas de otras personas. Tu influencia es exclusiva, así que… reclama tu lugar y regocíjate en el plan de Dios para ti.

Es una mujer que tiene una relación íntima con su Creador. Cuando tenemos a Dios en nuestro interior y conocemos sus pensamientos más secretos, el resultado es energía imparable porque es algo sobrenatural. Podríamos creer que debemos esperar hasta llegar al cielo para conocer realmente a Dios, pero Jesús expresó: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Una relación con Dios cambia el modo en que tomamos decisiones y podemos animar a otros en su relación con el Señor.

Es una mujer que se atreve a soñar en grande. Los idealistas imaginan la vida como puede ser y no como es. A veces los critican como seres tan inclinados a lo celestial que no forman parte de este mundo. En Don Quijote de la Mancha, a Don Quijote se le trata como tonto y demente porque se atreve a soñar lo imposible, pero sin aquellos que sueñan lo imposible, todos viviríamos en un mundo mucho más sombrío. Sin idealistas, muchas no tendríamos voz en las urnas, muchas aún estaríamos con cadenas y harapos, y seríamos tratadas como menos que humanas. Sin idealistas, ninguna mujer sería educada, no se le permitiría poseer un negocio o una propiedad, ni tener cargo político. Los idealistas hacen del mundo un mejor lugar, no porque todos sus sueños se cumplan sino porque con cada sueño se da un paso de progreso, se satisface una necesidad más, se ofrece un destello más de esperanza. Los idealistas cristianos tienen sus esperanzas arraigadas en la persona de Dios. Mientras más clara es tu visión de Dios, más clara es tu visión de la vida y de tus propias posibilidades.

Es una mujer interdependiente, que nutre las relaciones con las personas a su alrededor. Las mujeres influyentes saben construir sus amistades basadas en principios bíblicos, porque estos muestran el carácter de Dios. Entienden bien el mandato de “Animaos unos a otros, y edificaos unos a otros” (1 Tesalonicenses 5:11). Ellas saben bien la diferencia entre amonestación y crítica. Entienden que la crítica es la prima cercana del chisme. La amonestación, por otro lado, es consejo, instrucción o advertencia. El objetivo de la amonestación es levantar, fortalecer o equipar a quien se amonesta. Para llegar a ser mujeres influyentes, debemos ganarnos el derecho de amonestar a otra persona. Demasiada gente cree que la amonestación es un don espiritual. ¡No lo es! La amonestación debe estar acompañada por un compromiso espiritual elevado. Si vas a señalar una debilidad en la vida de alguien, es mejor estar lista a ofrecer hacer algo para ayudar en ese aspecto, ¡o no decir nada!

Es una mujer decidida y tiene iniciativa, sabe a dónde va y se emociona por llevar a otras consigo. Pasión sin iniciativa es solo emoción. La pasión sienta la base, pero la iniciativa pone los ladrillos, edifica los muros, y termina la casa donde la esperanza pueda vivir. Dios ofrece en la Biblia muchas promesas de que, si confiamos en Él, Él nos guiará y nos fortalecerá. Si hacemos lo conocido, Él nos llevará por lo desconocido. “Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados” (Proverbios 16:3). Para ser una mujer influyente debes tener metas, las cuales no tienen que ser intimidantes. ¿Te aterras cada vez que subes un tramo
de escaleras? ¡Por supuesto que no! Las metas son como una escalera. Uno a uno, los peldaños te llevarán de donde estás ahora a donde quieres estar.

Es una mujer íntegra y vive de manera coherente en un mundo incoherente. Una mujer influyente teje integridad en su vida por anticipado para que, al ser presionada a tomar una decisión, decida al instante hacer lo correcto. La integridad abre puertas para influir porque las personas aprenden a confiar en ti. En ocasiones la integridad cuesta. Cuando Dios mira alrededor a quién usar para la honorable tarea de representarlo, desea un contenedor puro. Muy a menudo oramos: ‘¡Dios, úsame!’, pero no queremos pasar por el proceso de limpieza a fin de volvernos utilizables. Reconoce tu pecado. Sea que lo llames errores, fracasos, imperfecciones, malas actitudes, o cualquier otra cosa, reconócelo ante Dios. “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13).

Es una mujer de voluntad fuerte, con la determinación de alcanzar metas a largo plazo. Es, usualmente, al principio de una nueva aventura que encuentras obstáculos que gritan: “¡Retrocede!” ¿Qué te hace querer renunciar antes de comenzar? ¿El sendero mal marcado por delante? ¿La pendiente de la montaña? ¿Los comentarios negativos de familiares o amistades? ¿O algún temor escondido en lo profundo de tu propio corazón? Con demasiada frecuencia las mujeres renunciamos demasiado pronto. ¡A veces la línea de partida es nuestro punto de abandono! Queremos ser heroínas, pero no queremos actuar con heroísmo. El éxito empieza con el primer paso, ¡y puede necesitar toda tu voluntad el solo hecho de entrar a la carrera! El poder para mantenerse en la carrera proviene de Dios mismo.

Es una mujer inquisitiva que busca maneras de crecer en todo lo que hace. Oscar Wilde expresó: “Experiencia es lo único que no se puede obtener gratis”. La mayoría de las mujeres no se ven a sí mismas como mujeres influyentes porque creen que deben hacer cosas extraordinarias para serlo. En una relación de influencia, ser es mucho más importante que hacer. Enfócate en estar preparada para que aquellos que te rodean vean que tienes una visión clara; ser transparente, reconoce que no eres perfecta, solo obediente y preocúpate por no dar la falsa impresión de que solo unas pocas elegidas pueden ser mujeres influyentes. Toda mujer puede
Influir. Hazte disponible, abre tu vida, tus dones a ayudar a una discípula y haz preguntas difíciles.

Es una mujer contagiosa. Las mujeres contagiosas tienen una actitud de “puedo hacerlo”.
Dios nos ha confiado el don de la esperanza. Mantienes esperanza mediante tu sonrisa, tu perspectiva positiva de la vida, y tu capacidad de amar. Si lo único que haces es difundir esperanza, obtendrás un círculo creciente de influencia. Muchas cristianas huyen del mundo, temiendo contaminarse, pero lo que necesita el mundo “contaminante” es la verdad del evangelio, y nosotras somos quienes la propagamos. Tenemos una esperanza contagiosa, una fortaleza contagiosa, un gozo contagioso. El mundo necesita desesperadamente codearse con nosotras. Cada generación necesita mujeres que lleven la antorcha de verdad a sus compañeras. ¿Llevarás la antorcha y ayudarás a reavivar a tu generación?

Podrías pensar: ¡Diez características! Ah, no, eso no va conmigo, ¡No puedo ser todo eso! Este libro habla de crecimiento. La influencia no requiere perfección de nuestra parte, requiere fidelidad al llamado de Dios.

En tu camino a convertirte en la mujer influyente que Dios quiere que seas, mantén un corazón humilde. Un corazón humilde no tiene que tener siempre la razón. A un corazón humilde no le importa quién se lleve la gloria… excepto Dios. Un corazón humilde no se ofende fácilmente. Un corazón humilde ha aprendido que el secreto del gran liderazgo es el servicio. Un corazón
humilde busca el mayor bien para todos. Un corazón humilde perdona fácilmente. Un corazón humilde es grande entre los grandes y pequeño entre los pequeños.

Un consejo más, si eres una mujer influyente, espera críticas. Recuerda que estás en la línea de fuego. Las mujeres influentes hacen que las cosas ocurran, agitas y alteras al statu quo, y algunas personas reaccionarán con críticas. Hagas lo que hagas, no permitas que la crítica frene el plan de Dios para ti. ¡Tú puedes ser una mujer de influencia!

Artículo tomado de 10 características esenciales de una mujer de influencia