Por: Tony Evans

Si eres cristiano, y casado, estás en medio de una batalla, seas o no seas consciente de ello. La guerra es por la destrucción de la unidad, la pérdida del amor y, finalmente, el fracaso de tu matrimonio. El matrimonio es un pacto fundacional que Dios creó, mediante el cual manifiesta su presencia y poder de una manera única. Matrimonios fuertes redundarán en familias fuertes. Familias fuertes levantarán una futura generación fuerte. No hay nada que le guste más a Satanás que repetir lo que hizo en el huerto de Edén y destruir la unidad familiar mediante la incitación a la culpa y el debilitamiento de la confianza y el respeto. Todos sabemos que esto condujo a la expulsión de Adán y Eva del huerto y, más adelante, al asesinato de uno de sus hijos por el otro hermano.

Decir que en el hogar se está librando una guerra espiritual es un eufemismo. El hogar, particularmente el matrimonio, es un caldo de cultivo para las tácticas y las técnicas de Satanás. Quienquiera que posea la familia posee el futuro. Puedes ver por qué el demonio quiere destruir el matrimonio.

El apóstol Pablo nos advierte sobre este conflicto espiritual constante en varias de sus epístolas, pero tal vez lo hace de manera más vehemente en su carta a los cristianos de Éfeso, donde también detalla nuestra estrategia para ganar la batalla. Esa estrategia tiene que ver con la armadura que usamos cuando entramos en guerra con el enemigo de nuestras almas.

Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Efesios 6:13-18).

En mi primer libro, Victoria en la guerra espiritual, escribí extensamente sobre cómo enfrentar al enemigo con la armadura puesta. Ahora, en este segundo libro de la serie Oraciones para la victoria, presento una colección de oraciones poderosas que abordan algunos de los principales problemas que enfrentamos en nuestros matrimonios. Además, hay oraciones para pedir el favor de Dios y su bendición en tu hogar.

Para cada tema, encontrarás oraciones basadas en cada pieza de la armadura. Haz estas oraciones palabra por palabra, parafraséalas o utilízalas como punto de partida para hacer tus propias oraciones. Lo más importante es que ores. Mi objetivo es que estas oraciones actúen cada día como un punto de partida para ti y que, cuando la oración que he escrito finalice, continúes orando por tu situación con tus propias palabras.

Recuerda cuando ores que no estás pidiendo como un mendigo, sino como un guerrero del Rey de reyes. Si necesitas ayuda para entender lo que quiero decir y la importancia de reclamar tus derechos legales al orar, escucha mi sermón «Claiming Your Legal Rights» [«Reclama tus derechos legales»] en go.tonyevans.org/prayer (solo disponible en inglés). Tienes poder sobre tu enemigo cuando oras. Probablemente tengas más poder del que te imaginas. Tu deber es caminar en la autoridad que Dios te ha dado para poder experimentar un matrimonio fuerte y sólido. Y lo puedes lograr mediante la oración.

Dios creó el matrimonio con un propósito en mente, con una misión. Un matrimonio del reino no tiene que ver únicamente con que seas feliz o que tu cónyuge sea feliz. Un matrimonio del reino combina exitosamente la misión con la emoción. Con demasiada frecuencia, las parejas pierden de vista la misión y el propósito mientras se enfocan en la decepción de las expectativas insatisfechas con respecto a sus emociones. Entonces, cuando la felicidad se desvanece o la chispa se apaga, piensan que su matrimonio se terminó. O su decepción los conduce a conflictos y quejas.

Dios creó a Adán y Eva con un propósito: ejercer dominio. Ejercer dominio significa gobernar en nombre de Dios en la historia para que la historia se someta a la autoridad de Dios. En pocas palabras, la misión del matrimonio es reflejar la imagen de Dios en la historia y ejercer dominio por mandato divino. Por eso, Génesis 1:26 dice: «y señoree». Profundizo un poco más sobre el mandato del dominio en mis enseñanzas sobre el matrimonio; pero a los efectos de las oraciones, debes saber que el Señor los ha unido para reflejar su imagen en la tierra de la manera más integral posible, mediante la unión de un hombre y una mujer, para extender su autoridad y gobierno del cielo en la tierra.

La felicidad es el beneficio de un matrimonio sólido, pero no es la meta. El objetivo es reflejar a Dios por medio del avance de su reino en la tierra. La felicidad es la consecuencia natural de buscar ese objetivo. Ajustar nuestro modo de pensar conforme al propósito de Dios puede ayudarnos a orar de acuerdo con la voluntad de Dios para nuestra vida, nuestra relación y nuestro hogar.

Extraído del libro Oraciones para la victoria en tu matrimonio.