Al pensar en el hecho de ser mujer, me doy cuenta de que la Biblia describe a las mujeres como el “vaso más frágil” (1 P. 3:7). Sin embargo, cualquier mujer, por débil o pequeña que sea, puede causar un efecto poderoso que lleve a otros a detenerse y mirar, a maravillarse y glorificar a Dios. Piensa en ello.

¿Por qué ser una oruga cuando puedes ser una mariposa?
¿Por qué llevar una vida aburrida cuando puedes tener una vida fascinante?
¿Por qué ser como los incrédulos que están perdidos, confundidos y muertos en sus pecados,
cuando puedes vivir de una manera diferente, semejante a Cristo y con una fortaleza que te haga sentir confiada?

Si piensas y vives conforme a las verdades de la Biblia, serás una mujer extraordinaria, una mujer conforme al corazón de Dios.
Dios revela algunas pautas para que vivamos de acuerdo con su propósito:

  1. Debemos ser sal (Mt. 5:13). Debemos ejercer una influencia positiva sobre el mundo, a fin de ser para los no creyentes lo que la sal es para los alimentos que comemos. Lo que es cierto acerca de cualquier condimento es cierto respecto a nosotras. Si el condimento no tiene sabor, tampoco tiene valor, no resulta atractivo ni produce efecto alguno. Y si no hacemos esfuerzo alguno para vivir en pureza y dar testimonio al mundo, hemos fracasado en uno de los propósitos de Dios para nosotras: mover a otros a sentir deseo de conocer al Hijo de Dios. Si nos parecemos
    demasiado al mundo, carecemos de valor como “condimento”.
  2. Debemos ser luz (Mt. 5:14). Como faro para el viajero perdido o cansado que necesita un lugar seguro dónde pasar la noche, nosotras debemos brillar con el reflejo de Cristo. Sin embargo, con frecuencia ocultamos nuestra luz cuando permanecemos calladas en lugar de hablar, cuando somos seguidoras en lugar de ser guías, cuando permitimos que el pecado oscurezca nuestra luz, cuando nos negamos a compartir nuestra luz con otros, o cuando hacemos caso omiso de las necesidades de otros.
  3. Debemos ser agentes de cambio en el mundo (Jn. 17:6‑18). ¡Cristo quiere que transformemos el mundo en el que vivimos! Tenemos un gran reto porque el mundo desprecia a los cristianos debido a que nuestros valores son incompatibles con los suyos. Nosotras somos las emisarias de Jesús en el mundo, sus testigos hasta lo último de la tierra (Ro. 12:2).

Esto es lo que Dios quiere para ti como mujer cristiana. Él quiere que tú seas extraordinaria, que sobresalgas por encima del resto, que te destaques. Y tu manera de pensar y de comportarte debe ser reflejo de tu posición. No debes ser como las personas del mundo, sino especial, una verdadera embajadora y atalaya de Cristo. ¡Este debe ser el propósito de tu vida!

Tomado de La Biblia de la mujer conforme al corazón de Dios

Biblia de la mujer conforme al corazón de Dios edición Jardín