Por Nancy DeMoss y Tim Grissom

¿Por qué Dios quiere avivar nuestros corazones y restaurarnos a una relación más cercana con él? ¡Una de las principales razones es que nos ama! 

Debemos tener cuidado de no entender mal (o tergiversar) el corazón y los caminos de Dios cuando estudiamos Su trato con su pueblo, sobre todo en el Antiguo Testamento. Debido a los numerosos relatos del juicio de Dios registrados allí, podríamos tener la impresión de que Dios estaba ansioso por castigar o que es duro, exigente e impaciente. Pero en realidad, es todo lo contrario. Los tiempos de juicio generalmente llegaban después de muchos años de suplicarle a su pueblo que regresara a Él. 

Mira de nuevo el libro de Oseas. Dios dijo: 

1 Cuando Israel era niño, yo lo amé, 

y de Egipto llamé a mi hijo. 

2 Cuanto más los llamaban los profetas,

tanto más se alejaban de ellos;          

seguían sacrificando a los Baales         

y quemando incienso a los ídolos. 

3 Sin embargo, yo enseñé a andar a Efraín,

yo lo llevé en mis brazos;

pero ellos no comprendieron que yo los sanaba. 

4 Con cuerdas humanas los conduje,      

con lazos de amor,                    

y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas;       

me incliné y les di de comer. (Oseas 11:1-4) 

Luego, después de llevar a Su pueblo a experimentar un tiempo de disciplina y corrección, Dios volvió a insistir: 

1 Vuelve, oh Israel, al Señor tu Dios,

pues has tropezado a causa de tu iniquidad. 

2 Tomen con ustedes palabras, y vuélvanse al Señor.         

Díganle: «Quita toda iniquidad,

y acéptanos bondadosamente,

para que podamos presentar          

el fruto de nuestros labios. 

3 Asiria no nos salvará,

no montaremos a caballo,

y nunca más diremos: “Dios nuestro”

a la obra de nuestras manos,

pues en ti el huérfano halla misericordia». 

4 Yo sanaré su apostasía,

los amaré generosamente,

pues mi ira se ha apartado de ellos. (Oseas 14:1-4) .

Los pasajes de Oseas 11 y 14 proporcionan instantáneas del antes, del durante y del después de cómo y por qué Dios aviva y renueva a Su pueblo. La constante en las tres etapas es su amor. Dios amó a Su pueblo cuando este era recién nacido («niño», en Oseas 11:1, significa literalmente «infante»); lo amó cuando el pueblo regresó a Él después de una temporada de rebelión y durante todo el proceso de corrección. 

De hecho, fue Su amor por ellos lo que hizo que quisieran volver a Él. No volvieron a sentir amor por Él de repente ni recordaron de alguna forma cuán maravilloso era vivir con conciencia del amor de Dios. Lo que ocurrió fue que Dios hizo que volvieran a desear esa relación de amor. Él permitió que Su pueblo comprendiera no solo cuán equivocados habían estado y por qué Su disciplina era necesaria, sino también que Él los recibiría si regresaban, ya que nunca había dejado de amarlos. 

Quizás tu corazón esté hambriento de intimidad con Dios, una intimidad que no has disfrutado en mucho tiempo o que tal vez nunca hayas experimentado. Aun ese deseo es originado por Dios. ¡Él quiere que vuelvas! ¿Por qué? Porque te ama y sabe que no puedes experimentar todo lo que Él tiene para ti en tu condición actual. 

* Extraído del libro En busca de Dios - Nueva edición