Por: Elizabeth George

“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón,
y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Y estas palabras que yo te mando hoy,
estarán en tu corazón”.
—DEUTERONOMIO 6:5-6

Un domingo en el que llegamos al servicio dominical muy temprano, con el boletín en la mano y con varios minutos libres antes de que empezara el servicio, abrí mi Biblia y busqué el pasaje sobre el cual hablaría el pastor. Luego, leí algunas notas adicionales y comentarios. Uno de los comentarios se titulaba “La oveja con cencerro”

¿La oveja con cencerro? —me pregunté—. ¿Qué puede significar esto? El artículo explicaba que cuando un pastor notaba que una oveja deseaba seguirlo y permanecer cerca de él, le colgaba un cencerro alrededor del cuello, para que el rebaño siguiera a la oveja con el cencerro… la cual, a su vez, seguía al pastor.

En esos dias estaba a punto de empezar a escribir mi libro Cómo criar a una hija conforme al corazón de Dios. Y ¡casi salto de mi asiento cuando leí este comentario! En mi mente, gritaba: ¡Esto es! ¡Esto es! ¡Una mamá debería ser la oveja con cencerro que guía a su hija! Y ¡es verdad! Cuando nosotras, como madres, permanecemos cerca de Jesús —tan cerca como podamos— y cuando lo amamos con todo nuestro corazón, tal como lo pide, y cuando voluntariamente lo seguimos a Él y a su Palabra, ¿adivina qué sucede? Nos convertimos en ovejas con cencerro para guiar a nuestras hijas. Nuestras niñas observan —y copian— nuestra conducta. Ellas pueden seguir nuestro ejemplo, y lo harán. Somos, a partir de ese momento, su ejemplo viviente y de carne y hueso de lo que significa ser una niña, adolescente, y mujer conforme al corazón de Dios.

Cómo convertirnos en una oveja con cencerro… en tres versículos

¿Dónde empieza realmente la crianza cristiana de los niños? Y ¿cuál es el objetivo número uno para una mamá?

La respuesta a esta pregunta está condensada en tres versículos que descubrí cuando era una joven mamá en el libro de Deuteronomio. Y, allí, hallé un tesoro. Dios me había mostrado sus pautas para criar a mis hijas, que en aquel entonces tenían menos de tres años. ¡Y con solo tres versículos! ¿Cuán práctico es esto?

Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán en tu corazón. Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. (Deuteronomio 6:5-7)

Me encantan estos versículos porque están repletos de comunicación clara para las mamás. Dios va directo al corazón del asunto: al corazón de los padres, al corazón de la mamá. Él sabe que nos convertimos en aquello que amamos. De modo que está absolutamente claro dónde debemos colocar nuestro amor: tenemos que amar a Dios por encima de todas las cosas.

Extraído del libro Cómo criar una hija conforme al corazón de Dios.