Por John MacArthur

CÓMO ESTUDIAR LA ESCRITURA

INTRODUCCIÓN

A. La autoridad de la Palabra de Dios

Los cristianos entienden que la Biblia es la revelación de Dios: Su estándar de autoridad para la vida. Otras fuentes de información pueden ayudarnos a lo largo de la vida, pero solo la Biblia tiene autoridad divina. Por lo tanto, debemos ser estudiantes diligentes de la Palabra, leyéndola fielmente para descubrir lo que dice y estudiándola sistemáticamente para aprender lo que significa.

B. La prioridad de la Palabra de Dios

Debido a que somos bendecidos con muchos libros, sermones y otros recursos bíblicos, es posible estudiar acerca de la Biblia mientras que descuidamos la Biblia misma. Por útiles que puedan ser dichos recursos, no son sustitutos de la Palabra de Dios y el sustento espiritual que trae.

LECCIÓN

I. LA NECESIDAD DEL ESTUDIO BÍBLICO

A. Para crecimiento espiritual

  1. 1 Pedro 2:2—“Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, paraque por ella crezcáis para salvación”. La analogía de Pedro de un bebé ilustra la importancia de la Palabra de Dios para el crecimiento espiritual. Si un bebé es privado de sustento, finalmente morirá. Si un cristiano no se alimenta de la Palabra, él o ella se debilitará espiritualmente y será de poco uso para el reino de Dios. Además, el Nuevo Testamento se refiere a los cristianos como nacidos de nuevo (Jn. 3:7; 1 P. 1:3), hijos de Dios (Ro. 8:16; 1 Jn. 3:1) e hijos adoptados (Ro. 8:14; Ef. 1:5). Esos términos implican que todos los creyentes tienen la capacidad de crecer espiritualmente. Incluso Pedro nos manda a crecer (2 P. 3:18).
  2. 1 Corintios 3:1–2—El apóstol Pablo dijo: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía”. Pablo entendió la necesidad de alimentar a los creyentes con la Palabra de Dios, y usó las metáforas de leche y carne para describir verdades bíblicas simples y complejas. Eso no significa que algunas partes de la Escritura son leche y otras partes son carne. Toda la Escritura es leche o carne, dependiendo con qué profundidad estudie usted el texto. La verdad simple que “de tal manera amó Dios al mundo” (Jn. 3:16) podría ser una afirmación de “leche” para un creyente nuevo, pero también podría ser “carne” para alguien que ha aprendido las verdades más profundas del amor de Dios como están reveladas en la Escritura.
  3. Colosenses 2:6–7—“De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe”. “La fe” en este contexto se refiere al contenido del cristianismo: las doctrinas de la Escritura. Un mayor entendimiento de la Escritura produce mayor firmeza en Cristo.
  4. Jeremías 15:16—El profeta Jeremías le dijo al Señor: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón”. Jeremías recibió la Palabra de Dios con tal entusiasmo que era como comida de lujo para él. Fue su alimento y sustento espiritual, y le trajo gran gozo.
  5. Hechos 20:32—Pablo dijo a los ancianos efesios: “Os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados”.

Nuestra utilidad para Cristo está directamente relacionada con nuestra madurez espiritual, la cual está relacionada con nuestro conocimiento de la Palabra de Dios. Esa es la razón por la que el estudio bíblico es tan importante.

II. EL PROCESO DEL ESTUDIO BÍBLICO

A. La preparación

Pedro dijo que desecháramos “toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones” antes de estudiar la Palabra (1 P. 2:1). El pecado es el estorbo más grande para el estudio bíblico eficaz.

Por lo tanto, nunca debemos acercarnos a la Palabra de Dios hasta que nuestros corazones y mentes hayan sido purificados mediante la oración y la confesión. Santiago 1:21 dice: “Desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”.

 B. El procedimiento

 1. Lea la Biblia

Dios promete bendecir a aquellos que leen Su Palabra. Apocalipsis 1:3 dice: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas”.

Pablo le dijo a Timoteo: “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza” (1 Ti. 4:13). Leer la Escritura es una prioridad que necesitamos mantener todos los días.

Solía tener dificultad con leer la Biblia porque olvidaba fácilmente lo que había leído. Pronto me di cuenta de que leer la Escritura de manera repetitiva era la mejor manera en la que yo podía recordarla.

* Artículo adaptado de Entrenamiento espiritual: Escrituras seleccionadas.